domingo, 27 de enero de 2008

Pasión por el Priorat: Los cuentos de las Viejas Garnachas y el principe Mazuelo



Si los suelos de pizarras negras desballestadas, la licorella, forman el alma mineral de los vinos del priorat, el vehículo que transporta esa magia es la uva. En el Montsant y el Priorat hablar de uva es hacerlo de Garnacha y Cariñena, pero de todos, el tesoro más apreciado para los viticultores es encontrar garnachas centenarias, viñas viejas por no decir deshauciadas que sean capaces de vivir una resurrección para ofrecer en cada vendimia unos granos, pocos, quizás un par de racimos por cada vieja centenaria que sumen 200 o 300 gramos. No es un cuento de hadas lo que explico, es en el tormento y la agonía de donde nace esta historia, la de los mejores vinos que ofrece mi tierra.

Esas son las verdaderas pepitas de oro del Priorat, el caviar de esta tierra dura y agreste, escaso elixir el que nos va a regalar pero el más concentrado, el que cubre el espíritu de cada botella para hacerla personal, única, rara.. inigualable.
LAS VIEJAS GARNACHAS Y EL PRINCIPE MAZUELO

La Garnacha es para los forasteros un todo pero para los catalanes y aragoneses es el apellido de una gran familia de nobles y vasallos, de cenicientas y brujas.
La menos agraciada de la familia es la garnacha blanca ideal para crianzas oxidativas, grandes vinos dulces o compañera de otras amigas para pasar por barrica y ofrecernos matices especiados y recuerdos a las resinas de los pinos mediterraneos. En cuanto deja la palidez nos enseña que también puede ser Garnacha roja o gris, según el estado de ánimo, no tendrá suficiente pedigrí como para ir sola al baile y necesita que tintas con más color le saquen los suyos... cuando se queda sola se viste de drag queen para sangrar más temprano y ofrecerse ruborizada con vestido de novia.

Entre tantas novias la que casi siempre se queda sin boda es la Garnacha Peluda, solo los locos harán vino con esta antipática y grosera variedad. No es querida ni en Castilla ni en la Mancha, ni tampoco en Aragón, tuvo que huir acusada por sus excesivos taninos vegetales hasta que en terrazas y bancales de piedra negra, acariciada por el clima mediterraneo del Priorat, tan agreste y seco como su carácter, se produce en enlace mágico: la mineralidad. Desde que anda casada huele a fresas y es delicada en su boca, sus taninos ya no molestan y tiene una charla envolvente... recién casada que buena es para esos vinos jóvenes y con poca crianza... eso si, cuando se torne una vieja viuda y solo de unos gramitos por cepa perderá su esequilibrio de alcohol y acidez y aunque esté más concentrada, más de uno preferirá pasificarla por cien años.

De la Garnacha Tintorera hablaré muy poco, muchos dicen que traicionó a la familia casándose con el hijo de un francés sin titulo nobiliario, aunque la verdad es que fue secuestrada por el mago alquimista Henri Bouschet, quien agarró a su hijo Petit Bouschet y a la despreocupada garnacha tinta para cruzar un perro con un gato, el resultado, no podemos comer perdices en esta boda, pero si un potaje de garbanzos.

La princesita del cuento es la Garnacha tinta, conocida con tantos nombres como amantes tiene por toda España y Portugal, es tan vigorosa cuando quiere que sus conquistas amorosas llegan hasta los franceses que piensan que es suya, Grenache noir dicen en el ródano, Toccai Rosso o Cannonao para los italianos y Carignan Rouge para Norteamericanos despistados. Como su hermana peluda, es dócil como un caramelo de fresa cuando su vida es joven pero al ser más elegante que aquella muchos la han bebido mientras perdian su zapatico de cristal en algún rincón de la copa, será por eso que la conocen tantos como "La Cenicienta de los vinos", es tan elegante y tan simple como aquella que siendo sirvienta acabó en brazos del príncipe.

Pero no se lleven a confusión con esa aterciopelada figura, cuando la Cenicienta ha tenido 40 hijos y tantos inviernos ya no hay principe azul que no se tire pedos ni arrugas que arregle una cirugía. Presa de la rabia decide vestirse de luto y escapar de tanto castillo afrancesado para calar hondo en lo más fondo del terruño negro, es en las tierras de licorella, las duras y empinadas laderas del Priorat donde la malvada Garnacha tinta se convierte Garnacha del País, una bruja con verruga en la nariz.

¡ Quien quiere un cuento con final feliz edulcorado cuando podemos sucumbir en un pedregal pardo y negruzco donde vomitar todo ese carácter tempestuoso!. Dame color granate, casi sangriento y frutas negras, muy negras como las moras, haz chirriar los dientes hasta que por estar tanto tiempo encerrada en una sombría mazmorra, 15 meses en cárcel de roble francés y un nuevo destierro en la botella de aladino conviertas tu odio en mermelada, tu ímpetu en tardes torrefactas y noches de carbón y de tus recuerdos de ayer nos brindes balsámicos momentos.

¿Y que fue del principe en este cuento ?

Tiene nombre de nena cuando vive en Aragón Cariñena o Mazuela, pero cuando le sale barba y bigote y se deja crecer el pelo le llaman Mazuelo y en el Priorat Catalán se transforma en Samsó, el fuerte Sansón como aquel heroe mitológico que podía con mil soldados y batallas sin despeinarse. Con sus músculos dorados y largos rizos resiste en la viña todos los combates y al llegar a la bodega no pierde su musculoso y alcoholico perfil, nos ofrecerá taninos rudos, amargos y muy vegetales si no pasan por el aula del roble que todo lo educa y recompone.... A Sansón no podremos satisfacerlo en la mesa ni en la cama con cualquier cortesana, él necesita su Dalila.

Así pasó toda la eternidad el Mazuelo, Sansón sin Dalina, hasta que un día en las viñas y en las barricas encontró a su compañera, la Garnacha, ambos estaban entrados en años y sin esperanza de amor... se unieron, los mezclaron y de esa boda nacieron tormentas muy complejas, divinos aromas viejos que no tienen que pedir perdón a nadie para amarse y que comparten alegrías y penas en boca para llegar a ser el matrimonio perfecto... del Priorat

Texto Original: Oriol Serra Nadal

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