El periodista especializado en vinos, Dr. Anibal Villa-Real, columnista habitual en el diario Panamá América, dedica su artículo dominical a la espectacular cata vertical de Roda I celebrada en SDS Wine Boutique. A continuación un extracto del artículo Roda I y la cata vertical:
Tuve el privilegio de disfrutar de la cata organizada por SDS Internacional, gracias a la gentil invitación del amigo Oriol Serra, para analizar los 14 vinos Roda I de Bodegas Roda, empresa vitivinícola localizada en Haro, en el corazón de La Rioja Alta.
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Antes de la cata celebrada en Panamá, Bodegas Roda solo ha efectuado tres catas verticales: en España, Estados Unidos y Puerto Rico. Esta es, en consecuencia, la primera cata vertical que se realiza en un país de América Latina y conducida por Gonzalo Laínez, director comercial de exportación de Bodegas Roda.
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Comenzó el evento con una breve reseña a manera de presentación y nos comentaba Gonzalo que el nombre de la bodega surge de los apellidos de sus propietarios Mario Rotllant Solá y María Daurella De Aguilera, empresarios catalanes que incursionan en La Rioja con un proyecto diferente que revolucionara el concepto de los vinos riojanos. Este matrimonio decide hacer un vino más moderno, usando las variedades típicas de la región (Tempranillo, Garnacha y Graciano).
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La primera añada se inicia en 1992, que fue un año complicado con mucha lluvia y mucho frío y es el vino más parecido a los vinos tradicionales de La Rioja, característica que se ha difuminado con los años, con una metamorfosis hasta los nuevos Roda I alcanzada con el Roda I de 2006, que es la última que ha salido al mercado, y más acordes con esa idea de madurez y frescura que han buscado sus propietarios.
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De los quince años transcurridos desde la primera vendimia, solo dejó de producirse Roda I en 1993, porque las uvas no estuvieron a la altura de lo que de ellas se esperaba para el vino que se quería elaborar. Un detalle a mencionar fue lo ocurrido en 1996, ya que cuando todo estaba listo, pudieron comprobar que las botellas de ese año se habían contaminado con las levaduras del género Brettanomices, que confieren a los vinos un olor animal (perro mojado, caballo sudado, etc.). Estas levaduras no estropean el vino y con airearlo lo suficiente, se disipan esos olores y se puede disfrutar sin temor ni reservas.
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Y así, entre copas, comentarios y anécdotas fue transcurriendo la tarde mientras disfrutábamos de las 14 añadas del Roda I. Fue muy difícil seleccionar una añada para considerarla la mejor y más emblemática, aunque un número importante de los participantes se inclinó por la del 2006.
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